La revelación

Esta noche me he dado un atracón, de esos buenos. Como resultado he tenido un mal sueño, una revelación. Fue más como una pintura, descomponiendose mientras la veía una y otra vez. Una fachada construida para dar certeza al instinto.

Me vi consumido por un vacío macabro, insalubre. La realidad que vi ahí me pertenece. Hoy vi muchas caras, todas familiares, todas alimentando un deseo propio, una realidad acuñada a su centro, se leen gratas, se leen hermosas, todas dando forma, todas consumiendo, todas perpetuando su instinto impuro.

Hoy me vi consumido por una naturaleza ajena. Hoy me vi consumido por el arrastre, por las cosas que me han alimentado. Mi cuerpo como elemento primigenio es otro, es producto de lo que he vaciado en el sin cuestionamiento. Soy otro, soy producto de una necesidad, del vacío, de un alimento petrificado.

No se nos ha dado tiempo, se nos entrena con algo que yace alimentando su vaciedad permanente, perenne. Había más sentido en un pasado incierto. La paradoja es que todo la fachada luce intacta, prístina, mágica, idílica. Pero al abrir la puerta solo veras soledad, esterilidad un gran banquete que jamás te saciará.

La casa vacia

Hemos comenzado a llenar la casa. Y como suele pasar se ha llenado de cosas sin mucho sentido. cómo suele pasar nos pasamos diambulando por lugares donde solemos recoger respuestas cortas a preguntas profundas. Cómo obsequio, recibimos a cambio un artículo que materializa lo que hemos hecho. Nuestra casa había recibo como premio de nuestros trabajos artículos con un valor insignificante, pero con un significado incalculable. Con el tiempo la balanza cambio ahora recibimos artículos de un valor elevado, pero con un significado realmente pobre.