Todas las noches ese extraño me visitaba. Esperé que con mi indiferencia abandonara aquella tonta idea de estar ahí todas esas noches, pero no fue así.
Esta vez todo fue más extraño de lo habitual, pues apareció como un símbolo. Debí saber que querría algo, pero no soy muy listo, no lo supe interpretar. Quise ser amable y dejé que preguntara, pero sus movimientos parecían no tener algún sentido. Después de un tiempo, decidí cambiar la situación. Ahora yo preguntaría, pero sus respuestas no eran claras. Me sentía lento, solo lo abracé. Después, al abrir mis ojos, descubrí que solo era yo.
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